![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjh9jRXRM0or8voC9e57JMuElLRV-E7J5jUIG6LpC2JyiDEM2WfP_f_dAjOB__T9eoI_UGof6gqNKWgQiBZDOkHE_NVj7Rl0G1DBh1rVKEBk5tUd5t0hGEvs7aX252_NpEK9Z6ePOUs9N8/s320/VitaminaE(1).jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYPei8zYd5Uax1vudlM7n66TbKZ43lIfxFR6312-MGeaKmkt3OJ5JSg5oH_I1gEuqS56dgN23IK0s-_pROkyTFXsRG8C9vlxt-PE2oYLW3ZDacCjp2-FaDkUS8qHhlZGkh8Obzyr_fNoM/s320/prd_AmikacinaNormon.jpg)
Fármacos antiinfecciosos
Los fármacos antiinfecciosos (combaten la infección) incluyen los antibacterianos, antivíricos y antimicóticos. Estos fármacos están desarrollados para ser lo más tóxicos posible contra el microorganismo infectante y también lo más seguros posible para las células humanas, es decir, están hechos para provocar una toxicidad selectiva. Producir estas sustancias para combatir las bacterias y los hongos es relativamente sencillo porque son células muy diferentes de las humanas. No obstante, producir un fármaco que destruya un virus sin perjudicar a la célula humana infectada es muy difícil, porque los virus pierden su identidad dentro de ésta y reprograman la célula para que produzca partículas del propio virus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario